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Jun 29, 2023

OBITUARIO

Heinz Rosch. (Foto cortesía)

Querido Telluride,

Te escribo como un eterno amante de tus agujas rocosas y de tu comunidad magnética acunada muy abajo en una taza de té fuerte pero frágil. Les escribo con pasión por las pistas de esquí que se extienden desde alturas que algunos llaman paradisíacas. Les escribo como un espíritu cuyo camino se ha vuelto dorado como lo hacen las hojas de álamo cada septiembre. Les escribo porque he emprendido otro viaje y me despido.

Llegué a Telluride en 1986 para visitar este pequeño e increíble pueblo de esquí que descubrió mi hija; y donde había echado el ancla. Al año siguiente, dejé mi trabajo en Silicon Valley, empaqué mi Subaru y me uní a las menos de mil personas que se arraigaron en este cañón. Me uní a la Escuela de Esquí de Telluride en 1987 para trabajar con Annie Varielle Savath, la mejor elección profesional que hice desde que me mudé a Aspen en 1957 para enseñar esquí con Fred Islin en Aspen Highlands. Enseñé esquí todos los inviernos durante 33 años en Telluride y me ofrecí como voluntario para entrenar a los jóvenes esquiadores de la ciudad; y me encantó. Yo era un habitual en Leimgruber's, levantando tazas sin fondo (y botas) de Paulaner en el "Stammtisch" con la escuela de esquí "Old Timers". Pasé los veranos trabajando para Kathy Green y Chuck Kroger en BONE Construction, escalando su enorme perímetro de picos y corriendo Imogene Pass Run.

Así como mi hija me llevó a Telluride hace cuatro décadas, hace dos años me guió a un nuevo hogar en Steamboat Springs donde podía estar cerca de mí; y donde podía recibir atención para la enfermedad de Alzheimer que se estaba infiltrando en mi cerebro.

Ya me fui, rodeado de amor y familia. Por siempre en mi corazón, te digo adiós, Telluride. Una vez que tus imponentes picos me atrajeron, todo lo demás palideció.

Me sobreviven mi hija Christina Rosch de Steamboat Springs, mis nietos Shane McLean-Myhre, Basel, Suiza, y Hunter McLean, Arvada, Colorado; mi hermana Elsbeth Padia, mi sobrina Angela Molyneux, su esposo Blake y sus hijos Tyler y Cody. Sobre todo, me sobrevive este increíble hogar de mi espíritu, Telluride.

Cuida de ti y de tu gente, Telluride,

Heinz Rosch

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